El Caribe Español en el que ni Google se orienta para llegar a sus calas.
Es verdad eso que suele decir la gente de que a veces las cosas surgen solas. A veces, viajar se convierte en una necesidad básica; y encontrar nuevos destinos, en una forma de vivir. A veces, los lugares más especiales vienen a ti sin buscarlos. A veces, atraídos por tu buena energía y otras, por la mezcla explosiva que haces con tu compañer@ de viaje.
A veces, preparar un viaje ayuda y otras, incluso lo empeora. Éste en concreto fue uno de esos viajes a los que te lanzas sin leer siquiera el típico blog antes de volar. Sí nos acompañó la Guía Routard, pero lo más útil fueron obviamente los consejos de los locales, en concreto las de nuestro casero Siscu, típico menorquín al habla. No sé porqué me pareció notar ciertos rasgos comunes físicos entre los menorquines, como si de una raza se tratase. Quizá también por la cantidad menor de palabras que transmitían, muy inferiores a las que una madrileña acelerada está acostumbrada a emitir-recibir. O quizá simplemente me estaba dejando llevar por la tranquilidad de la isla hippie…
La categoría de hippie no sólo la da el hecho de poder ir como Dios nos trajo al mundo por las playas como os estáis imaginando todos; la autenticidad se encuentra también en el hecho de que aún hay sitios que ni Google ha conquistado. Sí, así es, ¡un sitio así existe! y está más cerca de lo que pensamos, se llama pequeña Mallorca, aunque yo ahora lo llamo el caribe español. Esas pequeñas calas de dificil acceso que recomiendo son: Pregonda, Pilar y Talaier (antes hay que pasar por Son Saura pero no merece tanto la pena). Sin embargo, huiría de la recomendación que os dará todo el mundo de ir a Cala Tortuga o Cala Macarela, no por lo que le falta, si no por lo que le sobra, el turismo. Ambas son los típicos puntos de parada de las excursiones aún existentes, herencia del boom turístico de los 90 y en peligro de extinción hoy día (menos mal). En estas excursiones un barco recoge al Homo Australopitecus en un origen ya concertado, acto seguido se hacen diferentes paradas en puntos clave de la isla dando al hombre de Atapuerca un tiempo libre de albedrío de aproximadamente 40 minutos en cada una de ellas cual invasión se tratase. En una cala de estas características ya no es justo divisar este tipo de turismo. Si Cala Tortuga pudiese personificarse estoy segura que diría que no está teniendo una vida digna. Tampoco visitaría Algairaens o La Vall, creo que están sobrevaloradas y que hay mejores spots. Pero si queréis bañaros en barro y oler mal el resto de vuestras vidas, también es una genial opción.
El yin ya lo sabemos, pero debemos tener en cuenta el yang de ir a a sitios tan recónditos, que ni Google reconoce, y es verse obligado a coger la guía Michelín como hacían antes nuestros padres y dar rienda suelta a las pocas habilidades de orientación que Siri nos ha dejado al Homo Sapiens Sapiens. Es ahí cuando se comprueba de verdad si esa era la compañía que deseabas para ese viaje… nada como la clásica discusión de las pelis de Alfredo Landa en el coche de piloto-copiloto, o incluso un buen pinchazo del coche de alquiler al que bauticé como Bolita Melón (un Fiat 500)… ¡Que no cunda el pánico!
Si pasáis estas pruebas, una vez superada la tormenta os invito a celebrarlo, gin tonic en mano, en Café des Museu (Ciutadella) o en Paput (Mahón). Y si la cosa va viento en popa podéis daros un homenaje en uno de los famosos tesoros gastronómicos de Menorca. En esta zona el mejor es sin duda S’Amarador si hablamos de pescado, nosotros elegimos la lubina y el mero, por eso de que en la uni me llamaban Mero en lugar de Vero (para acordarme de todos estos sitios cojo tarjetas en todos lados y me apunto todo). Quería tener más de cerca a mis afines…
Mahón es la «gran ciudad» de Menorca, no obstante, me quedo con Ciutadella, es mucho más activa y joven. Sin embargo, encontramos ese restaurante un poco apartado del centro de Mahón, Café des Mares, con un royo chill-out que apacigua a cualquiera con esas vistas.
Si vais a alguna cala del Norte, podéis parar también en Es Mercadal o Ferreries. Si vais a Es Mercadal es mejor ir un jueves para coincidir con el mercadillo y las fiestas que celebran cada semana, y pararía a cenar en Tast. Tienen menú incluso por la noche, es como si fuera una bodega de antaño con toques modernos, tanto en la decoración como en los platos, pero no oséis a preguntar el secreto al chef, puede que se ofenda.
Ferreries (cuidado con poner Ferrerias en Google) es otra parada bonita que hacer, y para llenar el buche recomendamos huir de la plaza principal y callejear un poco hasta llegar al Restaurante Pizzeria Liorna, donde el horno de leña permite hacer unas pizzas que nada envidian a las italianas (a pesar de lo que dijera mi compañía italiana) y que mezclan con toques menorquines.
De vacaciones uno no suele pisar la cocina pero en Menorca una actividad con la que nos quedamos con ganas es la de CUK CUK Experience, de esas en las que pagas por hacerte tú la comida, pero la típica de allí. La razón por la que no lo hicimos es porque queríamos coger un barquito e ir a nuestra bola por el Mediterráneo. El sitio en el que encontramos mejor calidad-precio fue en Fornells. Además, el pueblo tiene mucho encanto. Ese día terminó nublándose y parecía un puerto pesquero del norte, salvo por las casitas blancas que recordaban al sur, era un poco una mezcla de raíces y sentimientos. Como pueblo tranquilo que es, el café lo tomamos en la terracita que más nos llamó la atención, la de Sa Nansa, y aunque no lo parezca, parte oculta de un hotel.
Y para terminar, la guinda del pastel, donde nos alojamos, la Cala de Santandria. Sólo el Camí de Cavals pasa por allí, lo que quiere decir que no hay aglomeración alguna, e incluso puedes llegar a estar solo. Nosotros tuvimos la suerte de alojarnos allí en un dúplex magnífico, si queréis más información sobre el sitio en concreto poneos en contacto conmigo vía e-mail experience@vesabaclouds.com . Sin duda fue mi spot favorito de la isla.
Supongo que a veces no te das cuenta de que el camino que buscas, es ya tu destino. Supongo que a veces no te das cuenta de que la persona que eliges para un viaje, es ya tu compañía en el camino. Supongo que a veces, las cosas surgen solas.
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